El cuidado de personas como referente de la desigualdad de género

Mon, 18/01/2021

Cuidado de persona mayor

Las políticas del cuidado de personas tienen la capacidad de ser transformadoras, en el sentido de que deben mitigar todas las formas de desigualdad, empezando por la desigualdad de género. Pues se trata de una actividad no siempre reconocida formalmente, ceñida muchas veces al ámbito privado y centrada en la mujer como el agente principal.

Redacción UDIMA Media

Trabajo de cuidados: tensiones derivadas de su definición, sus regímenes de funcionamiento y su organización social’ es como titula su trabajo la profesora de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, Elena Cachón, recién publicado en la ‘Revista Lex Social’.

Cachón analiza las tensiones que generan los nexos entre trabajo de cuidados no remunerado y trabajo remunerado en las mujeres, teniendo en cuenta los efectos de la organización social del cuidado, del funcionamiento de los distintos regímenes de cuidado, y de la interacción entre instituciones, familia y mercado. Todo ello en el contexto de la actual crisis global de cuidados y como punto de partida de un nuevo pacto social.

La profesora de la UDIMA constata que las desigualdades de género todavía existentes en la distribución del trabajo de cuidados no remunerado en los hogares, “generan desigualdades laborales que se traducen en una mayor precariedad laboral de quienes lo realizan”.

En este contexto, con el objetivo de poner freno a este marco de desigualdades, Cachón advierte que “urge romper con los mecanismos que las perpetúan”. Para ello, estima importante conocer los desafíos de las políticas laborales de conciliación, dada la correlación entre ambas, y los efectos que el trabajo de cuidados no remunerado tiene sobre la calidad del empleo de las mujeres, por ejemplo, “manteniéndolas en su rol de cuidadoras en el ámbito privado, o bien permitiendo socializar los costes del cuidado y facilitando la participación femenina en el mercado de trabajo y en la esfera pública”, como apuntan, y a quienes cita, Eleonor Faur y Francisca Pereyra.

Recuerda en su artículo la investigadora de la UDIMA la importancia de las  políticas  de corresponsabilidad social, pues  “redistribuyen las responsabilidades de cuidados entre hombres y mujeres, pero también entre el Estado y las familias, consiguiendo además reducir las inequidades de género en el trabajo de cuidados, dado que tratan de “favorecer la ampliación del ejercicio de derechos sociales, económicos y políticos de las mujeres”.

En conclusión, sostiene Elena Cachón que las agendas políticas “deben incluir las políticas del cuidado, regulando y asignando presupuestos (tanto para mantenimiento de los ingresos, como para transferencias y subsidios), ofreciendo servicios e infraestructuras de cuidado, facilitando tiempos y permisos para el cuidado”, entre otras actuaciones.

Porque las políticas del cuidado, reitera, “tienen la capacidad de ser transformadoras, en el sentido de que deben mitigar todas las formas de desigualdad (género, clase, origen), deben dar cumplimiento a los derechos humanos (a través del derecho a cuidar a y a ser cuidado) y deben ser capaces de transformar la responsabilidad social, la gobernanza y el concepto de ciudadanía”.