Las parafilias: Una “clave” para la perfilación criminal de los depredadores sexuales

Fri, 06/04/2018

Complejo policial Canillas, sede del evento (Redacción: Alberto Orellana/Marta Peiro. Fotografías: Julia Robles/Javier Sanz)

II Jornadas de Perfilación Criminal organizadas por la UDIMA y la Fundación Behavior & Law en la Cátedra Análisis de Conducta

Erick Hickey comenzó dirigiéndose a los agentes de las fuerzas de seguridad: “Si os gusta el lado oscuro, este es el lugar en el que estar”. El profesor de psicología forense de la Universidad de Walden (Minesota, Estados Unidos), abrió su ponencia dejando clara una cosa: “Como civil que soy, no me dedico a resolver crímenes, sino a ayudar a los agentes de la ley a resolverlos”. Su profesión: perfilación criminal de agresores sexuales.

“Yo no soy terapeuta”, continuó. “Yo trabajo como analista conductual. Entrevisto a pederastas, violadores, psicópatas, etc. y todo este tipo de personas tan interesantes, y les saco información para ayudar a resolver los casos”, espetó.

Las II Jornadas de Perfilación Criminal organizadas por la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) y la Fundación Behavior & Law, en el marco de la Cátedra Análisis de Conducta, otorgaron casi una hora de speech a uno de los mayores expertos del mundo en perfiles de homicidas sexuales. El salón de actos de Complejo Policial de Canillas de la Policía Nacional (Madrid), escuchó atentamente las retorcidas particularidades que presentan este tipo de agresores, así como la dinámica de trabajo desde el enfoque del Criminal Profiling.

“Siempre se ha dicho que los asesinos en serie son psicópatas”, continuó Hickey. “Yo no lo creo; personalmente creo que el porcentaje de psicópatas en estos casos suele estar entorno al 25 – 30%”, defendió. El actual profesor emérito de la Universidad Estatal de California planteó los rasgos propios de un agresor sexual, al tiempo que diseccionó las diversas escalas y matices que pueden darse en este tipo de personas a partir de algo que pude no ser ilegal en absoluto: las parafilias sexuales.

Desde el punto de vista de Hickey, en general los agentes de la ley “no estudian muy de cerca” la Parafilia Criminal, a pesar de “ser clave” especialmente con los casos de crímenes sexuales. Su diversos temas de aproximación -que van desde las fantasías más inocentes hasta libros sobre necrofília- le han empujado a colaborar para “introducir más la psicología” en las técnicas criminológicas.

Las parafilias (las fantasías o comportamientos inusuales para alcanzar la excitación sexual) pueden, por tanto, ser “no delictivas”, apuntó el profesor. Una parafilia “puede llevar a otra”, por lo que, es habitual que “los agresores tengan más de una”, comentó Hickey. Este experto ha colaborado con el FBI en algunos de los casos más complejos de homicidas en serie.

También remarcó que “no todos los agresores tienen parafilias, ni todas las parafilias llevan a quienes las practican a ser un depredador” sexual. Para entender el comportamiento de un agresor sexual hay que distinguir entre el origen (Etiología), el tipo (Fantasía) y el modo de actuar (Comportamiento) que caracterizan una parafilia.

En un crimen sexual, según defendió Hickey, hay que tener en cuenta lo que impulsa al agresor a comportarse de una manera para, primero, diseminar si se trata de un psicópata, y segundo, ver cómo analizar y perfilar su personalidad. El propio entorno puede servir como pista para analizar dicho modus operandi, e incluso el entorno del atacante puede ser vital para lograr “comprender” sus actos.

Ante todo, el profesor defendió la llamada Escala PCL-R (Lista de Piscopatía) -del psicólogo criminal Robert Hare- para determinar si un agresor es un psicópata. Una escala que clasifica el grado de psicopatía entre ‘normal’, ‘criminal ocasional’, ‘sociópata’ y ‘psicópata real’. La principal diferencia entre un psicópata y un agresor sexual que no lo es, es que el primero “no tiene apego con sus víctimas”, señaló Hickey. Además de la “destreza” para mentir y sobreactuar de los psicópatas frente a los agresores violentos. En medio estarían lo que el experto denominó como ‘Wobblers’ (que se tambalean) y que pueden llevar prácticas parafílicas a extremos ocasionales.

De este modo, los psicópatas sexuales, (en mayoría hombres), responden a faltas de estímulos o a traumas infantiles que les acercan a cometer acciones vengativas tiempo después, tratando de controlar sus temores. Los agresores sexuales también comparten esa carencia (generalmente sentimental) pero mantienen una “apego parafílico” a sus actos. Llevándoles incluso a sentirse “atrapados” por sus fantasías en círculos viciosos de los que no pueden salir. Pero no hay sadismo ni acciones impulsivas, propias del auténtico psicópata, que trata de cubrir sus carencias o déficits con mentiras, gestos y “encanto” narcisista para mantener sus acciones delictivas.

Por tanto, si por ejemplo nos encontramos ante un necrófilo, hay que tratar de advertir, como dijo Hickey, si “realmente es un psicópata”, porque “ninguno lo es” si muestran síntomas de apego; “quieren a sus madres”, expresó. Por ello es tan importante escudriñar el entorno y las motivaciones de las parafilias de un depredador sexual, “pues todos tenemos fantasías, pero no todas son iguales”, sentenció.

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Complejo policial Canillas, sede del evento (Redacción: Alberto Orellana/Marta Peiro. Fotografías: Julia Robles/Javier Sanz)