Centrar la economía en las personas: el nuevo paradigma

Jue, 15/06/2017

Elena Cachón González (Redacción: UDIMA Media. Fotografía: Luis Miguel Belda)

El impacto de la crisis’ es como titula Elena Cachón González, profesora de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), el capítulo 9 con el que participa en el ensayo ‘La felicidad de los españoles’ (Ed. Tecnos), recién publicado, y en el que pone de relieve la importancia de afrontar los nuevos retos económicos y políticos desde la búsqueda del bienestar y la satisfacción de las personas.

Los resultados de la Encuesta Nacional de Satisfacción con la Vida ponen de manifiesto que a pesar de que la crisis económica ha tenido un fuerte  impacto en la actividad productiva y en el empleo en España, en 2013, el 77,2% de los españoles está bastante satisfecho o muy satisfecho con su vida; pero casi un 40% está menos satisfecho si compara su vida con la del 2008, justo antes del estallido de la crisis económica y laboral.

Si se analiza la satisfacción económica personal, subraya esta doctora en Economía a partir de dicha encuesta, un 42% afirma que su situación económica es peor que la de hace un año y un 59% de los españoles afirma sentirse preocupado e inseguro cuando piensa en su futuro.

La profesora Cachón González explica a UDIMA Media que, además,  se ha configurado una nueva estructura de gasto derivada del impacto de la crisis económica en los ingresos de las familias. Pero se da la paradoja, apunta, de que las reducciones de gasto de las familias españolas por efecto de la crisis han afectado más a la satisfacción económica personal que a la propia satisfacción con la vida.

En su opinión, ello pone de manifiesto que en España la caída de los niveles de consumo no ha reducido tanto nuestra felicidad, dada la situación social relativa de los consumidores en un marco de referencia caracterizado por un deterioro generalizado del consumo.

Ante la evidencia derivada de los resultados de esta investigación, sostiene la profesora de la UDIMA que es clave mejorar el conocimiento sobre cómo funciona la relación entre los ciclos económicos y la felicidad, para diseñar soluciones efectivas a sus problemas reales de los ciudadanos, los trabajadores y las familias. “Y esto requiere centrar el funcionamiento de la economía en las personas y establecer las evaluaciones de satisfacción con la vida y con el trabajo, entre otras, como fuente de conocimiento sólido sobre la felicidad de los individuos”, indica.

Se trata de incorporar la ‘Economía de la Felicidad’ a la política económica como marco de análisis complementario para esclarecer más y mejor el conocimiento del comportamiento económico de los individuos y las sociedades, y reorientar de este modo las decisiones políticas, porque si se concibe la felicidad como objetivo macroeconómico, tal y como establece Sachs (2011), y como mecanismo para recuperar la sociedad actual, hay que diseñar políticas económicas conforme al mismo, agrega Cachón González.

Porque “la felicidad es importante” (Layard, 2005:219), y por tanto, las conclusiones derivadas del análisis económico de la felicidad pueden tener aplicación directa en la política, con el fin de mejorar el bienestar social, mediante el uso de sus conclusiones como un input más de los procesos de maduración de determinadas políticas públicas, especialmente las relacionadas con el crecimiento económico y su cada vez más cuestionada capacidad para traducirse en bienestar individual y social.

En este punto, cita a Skidelsky y Skidelsky (2012:142), cuando se afirma que “la mayor parte de los economistas de la felicidad (…) lo único que desean (…) es hacer que la política deje de perseguir ciegamente la riqueza para dirigirse a la mejora de las condiciones de vida reales”.

Tal y como sugieren Helliwell, Layard y Sachs (2012), añade, esto pasa por analizar las variables que conducen a una vida más satisfactoria, estimar las diferencias de contextos económicos y sociales diversos, derivar implicaciones para las políticas económicas y mejorar el diseño y la provisión de los servicios públicos, de manera que resuelvan los problemas de los ciudadanos y mejoren sus niveles de vida y de felicidad, concluye.