"La educación digital es igual a la suma del colegio más la familia"

Mié, 20/01/2021

No hay nada más llamativo para los niños que los dispositivos digitales, como los móviles o las tabletas, pero una cuestión que debe resolverse antes está relacionada directamente con la responsabilidad sobre uso, de modo que estos objetos digitales sirvan para una navegación adecuada y segura, y sin correr riesgos. Como afirma Roberto Álvarez, fundador de Gaptain, “la educación digital es igual a la suma del colegio más la familia”.

Por Rocío González

De ello habló en la webinar “Redes Sociales e Internet. Niños y adolescentes: ¿Cómo deben actuar los padres?”, donde estuvo acompañado de Silvia Prieto, directora de Innovación del Grupo Educativo CEF.-UDIMA y el jefe de Estudios Santiago Hernández, como moderador de la conferencia.

Prieto y Álvarez hablaron sobre los riesgos que están causando el uso irresponsable de Internet y cómo durante el confinamiento han aumentado esta atracción irrefrenable que tienen los adolescentes hacia el mundo digital con un índice de riesgo para los adolescentes abrumador.

“Educar en digital es un tema complicado porque tenemos que ser capaces de educar en algo que nadie nos ha educado y eso es difícil. No hay fórmula mágica, cada uno educa a su manera”, destaca Álvarez. ¿De qué manera podemos permitir a niños adolescentes usar con responsabilidad estos dispositivos digitales? Prieto habla de Be-Safe, enmarcado en el programa ERASMUS+ (KA2 - Cooperation for Innovation and the Exchange of Good Practices), un proyecto cofinanciado por la Unión Europea sobre seguridad web y protección de datos que ha contado con la colaboración de socios como Bit CZ, Edit Valué, CEF.- UDIMA y Bit Schulungscenter. El objetivo de este proyecto es aportar conocimientos sobre las diferentes herramientas digitales disponibles que ayuden a las familias a educar a niños adolescentes en el entorno digital.

El tema principal que surge para el desarrollo de esta plataforma es el Control Parental en Internet con contenido inapropiado que viole los derechos del niño o los derechos humanos, como son la violencia, la pornografía , el racismo y el odio y los riesgos que se derivan de todo ello, teniendo en cuenta los peligros que pueden afectar a niños y adolescentes. Este impacto social, en el que los padres no están capacitados para acompañar a los adolescentes, son problemas digitales como el sexting, el ciberacoso, la adicción a Internet, el ciberbullying, ciberadicciones, grooming, fraude online, falta de privacida o ransomware, sin olvidar, que hay personas desconocidas que pueden recopilar información sensible de estos niños con intenciones dañinas.

El resultado de Be Safe es una plataforma de conocimiento y aprendizaje con contenidos desarrollados y aplicados para poder ser utilizados por cualquier participante. Los diferentes cursos comprenden cómo aplicar los conocimientos a la vida personal y profesional en diferentes tareas de la vida diaria de los usuarios y motivarse en sus aprendizajes de la seguridad de Internet. Los contenidos son cursos sobre el Cibercrimen, Flujo de información y comunicación online, Control Parental, Protección de datos personales y Protección contra contenido inapropiado, Protección de smartphones, Internet de las Cosas, Protección de datos personales en Redes Sociales, Protección de Hardware y Software y Ciberseguridad.

Cerrar la brecha digital y ponerse a la altura de los adolescentes para proteger su identidad

Los adolescentes y preadolescentes socializan a través de redes sociales, mundos virtuales, blogs o foros. Gaptain es una iniciativa educar para proteger a los adolescentes en el ámbito digital que pretende capacitar a colegios y padres y madres a cerrar la brecha digital que hay entre los adolescentes y sus padres. El uso de los tres pilares fundamentales que sostienen el bienestar digital son: entornos ciberseguros, prevención y competencia digital, también tecnología que ayude a supervisar esa competencia digital y así proteger su identidad.

La amenaza que deriva del contenido inapropiado es la falta de privacidad y pensamiento crítico que manipula el pensamiento de las personas y los somete a su voluntad. Las redes sociales están siendo alerta en toda la educación digital de adolescentes y niños, debido a que toda la información compartida sobre cada usuario es suficiente para perfilar a las personas. Esto, unido a las herramientas de segmentación, puede llevar a un colectivo pequeño a un tipo de pensamiento o camino deseado por el ciberdelincuente. Esta alerta surge porque la comunidad social digital se está volviendo contra las personas debido al uso diferente al cual se definieron corriendo un gran peligro para la seguridad ciudadana.

Las mejores prácticas para la familia son “educar con el ejemplo”. El entorno educativo o los agentes sociales capaces de educar como son la familia o la escuela son importantes, aunque no podemos olvidar el entorno social, como las leyes, instituciones, campañas de publicidad o de concienciación y tradiciones, para combatir la educación digital con mayor peso en Internet que influye en las nuevas generaciones.

“Sí a la tecnología pero siempre que mejore nuestras vidas”

La tecnología debe utilizarse para conseguir un fin y no como algo que nos controle. Las personas son el lector de ataque y el factor humano el eslabón más débil del ciberataque. En consecuencia, hay que formar a las personas con el fin de usar los sistemas de forma segura. “La transformación digital requiere de una ciudadanía digital”, subraya Álvarez. Para ello se necesitan competencias para la búsqueda de Internet, mantener la privacidad o resolver conflictos. Hay que conocer los riesgos y las prácticas para prevenirlos e identificarlos. La responsabilidad digital es fundamental para que toda innovación tenga beneficios positivos para toda la población. Las 21 competencias que surgieron para la educación y privacidad de Internet la están usando entre un 40% y 60% de la población.

A día de hoy, Internet tiene su Dark Web anónima donde se encuentra el lado más oscuro de las personas, que, añadido a las criptomonedas con sus transacciones sin dejar rastro, ofrece el mayor mercado de delincuencia y cibercrímenes, como son el narcotráfico, el tráfico armas o la extorsión a los adolescentes para vender su intimidad. Todo esto basado en el Big Data, combinado con la Inteligencia Artificial, podrá resolver muchos problemas, pero también perfilar estos impactos tecnológicos ‘dañinos’.

La transformación de esta tecnología en el marco legal no contempla la totalidad de casos destinados a la ciberdelincuencia y puede tardar. Hay que ser conscientes de cómo funciona la tecnología y cuál es la mejor forma de aplicarla para su correcto funcionamiento. Las consecuencias del uso irresponsable de la navegación digital y este ‘lado oscuro’ puede abrir puertas a otras innovaciones como aparatos conectados que rodean a la privacidad, al ciberterrorismo o a coches sin conductor que se estrellen con instituciones oficiales.

El impacto tecnológico debido a la COVID-19

Durante la pandemia los hospitales y centros de salud están siendo objetivo de ciberdelincuentes. La ciberdelincuencia solo quiere dinero, obtener un beneficio a corto plazo. Frente a ella, la ciberseguridad ha estado asociada siempre a los sistemas informáticos o máquinas y, actualmente, está en tres premisas: la integridad del dato, la confidencialidad en el que solo las personas tengan acceso a ellos y la disponibilidad de cuando se necesite el dato para su acceso.

Antes de la COVID, el 52% de la población sufría nomofobia cuando olvidaban el móvil el casa. Esta ciberadicción provoca falta de empatía-sueño, frustración, déficit de atención, problemas de adicción y capacidades de aprendizaje. Por todo esto, necesitamos una “cultura de ciberseguridad”, una sociedad que use mecanismos para protegernos y saber educar a los demás. Esto es algo colectivo, hay que concienciar, implementar y centrar una estrategia para las personas, como es concienciar (asumiendo los riesgos); capacitar con los protocolos básicos de protección y tras conocer estos protocolos, implementarlos como el uso de contraseñas diferentes.

Un estudio publicado por Gaptain sobre Ciberseguridad y convivencia social evidencian comportamientos que están pasando. Este estudio aporta que el impacto de la COVID-19 en materia de la tecnología de los menores aumentó en un 200% durante el confinamiento. Así, 1 de cada 3 familia compró un dispositivo y 6 de cada 10 familias reconocen que los hijos sufren adicción a las pantallas. Datos que confirman que las familias son conscientes que hay que educar en un entorno seguro y saludable de la tecnología.

¿Cómo educar en digital? Plataformas y consejos

“La educación requiere de las familias”. Los sistemas de control parental se basan en restringir las aplicaciones, monitoreo, control del contacto con otras personas, controlar el acceso a sitios inapropiados y limitar el tiempo de uso. Algunas de las herramientas son Qustodio, Secure Kids, FoxFilter, Norton Family, entre otras.Y Google for Education como primera tendencia educativa para que las familias puedan educarlos digitalmente.

Los padres que encuentren webs, blogs o foros con información inapropiada deben informar al administrador directamente para que retire el contenido, informar a la policía o guardia civil, utilizar herramienta de control parental y hablar con los niños sobre el tema.

Algunos consejos para un uso responsable digital es crear ambientes seguros fuera de tecnología, crear un clima de confianza familiar para que cuando sufra extorsión u otro problema pueda recurrir a sus padres, pasar tiempo con ellos para ser sus referentes y, no los actuales YouTubers o Instagramers, y usar la tecnología como un fin. Asimismo, deben proporcionar entornos ciberseguros y protocolos de uso como copias de seguridad, dispositivos actualizados, retrasar el móvil propio y regular su uso, fomentar la cohesión, inclusión y empatía, valorar la privacidad y pensamiento crítico y que valoren la identidad digital manteniéndola saludable, interesarse por las iniciativas del colegio y hacer equipo.

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