El español es fundamental para "integrar" y dar "independencia" al refugiado

Jue, 12/05/2022

"¿Os habéis parado a pensar en qué sentiríamos en una situación de huida? Llegar a un país, lejos de tu hogar, con miedo y sin poder comunicarte, esperando para empezar una nueva vida... y donde la primera dificultad es la lengua y la cultura". Ahí es donde entra, como está demostrando la cruda actualidad, el papel fundamental de los profesores de enseñanza del español como lengua extranjera (ELE). Una labor "maravillosa" que la UDIMA puso en valor durante la I jornada ELE sobre migrantes y refugiados acogida en su campus.

Por Alberto Orellana

Era Aurora Centellas, directora del Instituto de Idiomas y coordinadora del Máster ELE de UDIMA, quien abría así la cita en la que se ha subrayado la importancia de enseñar una lengua. Pues "nos hace libres". Una libertad, o "ascensor social" que decía el director de la Oficina del Español en la CAM, Antonio Cantó, que los refugiados y migrantes necesitan para tratar de continuar su vida.

Y donde el papel los profesores que integran este siempre peculiar y heterogéneo alumnado "ennoblece y da sentido" a su tarea, apostillaba la rectora de la UDIMA, Concha Burgos. Una labor muy importante tanto para los refugiados como para nosotros, la sociedad que les acoge. Pues "la inmigración forma de lo que somos y lo que vamos a ser".

Al menos así lo entiende el profesor Juan Iglesias. Investigador del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad Pontificia Comillas, Iglesias esbozó a grandes rasgos el funcionamiento sistema español de adopción de refugiados en base a la crisis de 2015 y respuesta en materia de recepción, acogida e integración de estos en la sociedad. Y lo hizo a partir de una pregunta simple pero clave: ¿España es un país de asilo?

Integración "ambigua"

Para analizar la situación migrante en España y tratar de dar respuesta a la incógnita, Iglesias se centró en tres momentos. El primero es la crisis de refugiados en 2015. En aquellos momentos se produjo un incremento masivo de solicitudes de asilo y protección internacional, que en realidad ya venía creciendo desde 2013. La crisis en Siria (2015-2016) puso de relieve varias cosas. Por un lado, que España recibe mayoritariamente migrantes de orígenes latinoamericanos (67%), como si hubiera una cierta "selectividad".

Por otro, una tormenta política en la Unión Europea, que terminaría con un país menos (Brexit) y que ponía en evidencia nuestro sistema de protección internacional. A pesar de las instancias de la UE, España demostraba tener "escasa coordinación" con instituciones y "muy poca integración" en vivienda y empleo. Aunque se aumentaba presupuesto en acogida, se quitaba de la parte de integración, que es la solución "definitiva", señalaba Iglesias.

Se trató de desarrollar un sistema de acogida marcado por un modelo económico que precariza el trabajo con mano de obra barata de migrantes, y que producía bastantes individuos "irregulares", que terminaban en manos de la caridad. Ante la pregunta, el profesor reflexionaba: "¿España es un país de asilo? La respuesta es ambigua". Pese a que en recepción de refugiados las cifras sigan siendo más bajas que en Europa, "sí hay una voluntad clara". Pero necesita de soluciones duraderas y solidaridad ciudadana.

En recepción España sí cumple, pero con control, con esa cierta "ambigüedad" en la recepción, "especialmente con la frontera sur", insistía Iglesias. Hay voluntad en acogida, pero también grandes problemas estructurales, por lo que esa iniciativa "no termina de ser un factor diferenciador". "Hemos apostado por la acogida y hemos desvestido la integración, y ambas son necesarias".

"Buscan independencia"

Centrados ya en el propio aula de enseñanza del español, algunos de los profesionales que trabajan con los refugiados dieron sus visiones de esta profesión, así como pautas y prácticas de éxito. En una serie de talleres que todos los ponentes coincidieron en valorar como "totalmente necesarios", Oliva Iriondo remarcó la variedad de perfiles que confluyen para aprender español. Personas que, ante todo, quieren "independencia".

Iriondo, profesional del servicio de aprendizaje del idioma de la CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), recalcó, sólo para hacernos una idea, algunas de las innumerables características de estos grupos tan heterogéneos. En su enseñanza y aprendizaje del idioma influyen, de entrada, factores lingüísticos (lengua materna, alfabetización o no), culturales (comportamientos, roles, educación, religión) y contextuales (su condición de refugiados).

Vienen de países y con edades muy dispares. Mayormente hombres con poca formación, aunque la guerra en Ucrania está trayendo más personas formadas, y más mujeres y niños. Su principal preocupación es acceder a un empleo, y así tratan de enfocar las clases. Además de superar el duelo migratorio (y las preocupaciones de su situación de asilo), todos tienen una necesidad común: "ser capaz de comunicarse para lograr una autonomía real", comentaba Iriondo.

Tras el primer contacto, para muchos no sólo con el idioma sino "con lo que es una clase", el contenido se adapta por grupos y por necesidades: entender la ciudad, el sistema sanitario, entender formularios, administración, documentación, transporte... Y después se afronta esa necesidad laboral, con material que aborda currículums, entrevistas, herramientas de búsqueda de empleo.... todo ello se intenta integrar en las clases.

Nuevas tecnologías: ¿oportunidad o amenaza?

Otros casos de éxito han venido de la mano de Lola G. Barrera y Silvia G. Lozano, de ACCEM, una ONG especializada en la atención de personas refugiadas, migrantes y en situación o riesgo de exclusión social. Las nuevas tecnologías pueden tener gran potencial, pero las habilidades necesarias para aprovecharlo suelen ir ligadas condiciones socioeconómica y educativas de los migrantes, y por lo general estas habilidades escasean.

Su trabajo se centra en atajar algunas de las brechas que provoca la tecnología, que se suman a las que ya sufren como migrantes y refugiados. Una brecha digital que padecen más las mujeres y por origen, las africanas. Barrera y Lozano trabajan por eliminar tres brechas digitales: de acceso, de uso y de aprovechamiento. La primera tiene que ver con la disponibilidad de conexión y dispositivos de calidad suficiente. Localizar Wifi gratuito, aligerar el peso del curso, comunicarse de forma presencial, o usar dispositivos en lugares públicos, son algunas de las iniciativas para intentar reducir esta brecha.

La segunda está relacionada con la alfabetización digital más básica. Como han ilustrado las profesoras de ACCEM, en muchos casos no saben cómo desplazarse o seguir las indicaciones del campus o las herramientas con las que trabajan en el aula. Pero con cada mensaje que les llega, demuestran una cosa: "quieren aprender", zanjaba Silvia.

Videotutoriales y cursos de alfabetización, correos de seguimientos, herramientas de progreso y finalización del curso, foros de debate, insignias por trabajos realizados.... persiguen derribar la segunda brecha de uso por desalfabetización digital.

La última refleja que, aunque sepan moverse por la red, realmente no terminan de beneficiarse de sus posibilidades, explicaban las docentes. Algo que intentan combatir con enlaces a vídeos de interés (oficina del consumidor, entidades medioambientales...), aplicaciones y recursos extra, que han enseñado a los asistentes.

Galería de imágenes

Aurora Centellas, directora del Instituto de Idiomas y Coordinadora del Máster ELE de UDIMA