¿Se fundó España, tal cual la entendemos hoy, sobre la base de una estrategia política heterófoba?

Lun, 20/05/2024

La respuesta a esta pregunta explicaría la expulsión de los judíos de España ordenada por los Reyes Católicos y las forzosas conversiones al cristianismo impulsadas por el Santo Oficio en busca de una unidad religiosa paralela a la territorial que arrancó con la toma de Granada.

Redacción UDIMA Media

La Castilla conocida hasta finales del siglo XV fue paradigma de territorio en el que comunidades diferentes podían convivir, porque “en las sociedades hay siempre grupos diferentes”, explica la profesora del Grado en Historia en la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, Esther Pascua.

“No estamos hablando de una sociedad armónica que se deteriora, sino que pasamos de una sociedad con unos problemas que sí que consideraba que distintas comunidades tenían derecho a convivir a una sociedad que no pudo tolerar al otro”, apunta la historiadora.

Fue un periodo en el que se produjo “un cambio muy fuerte”, donde se pasó de “una época de coexistencia y cohabitación” en un área tan extensa como la Península Ibérica, que siempre se caracterizó en toda Europa por tener unos grupos muy variados de población. De ahí se pasa en el siglo XV a la época moderna, “a una sociedad con mucha rigidez cultural, con muchos problemas de convivencia y con un deterioro del tejido social, hasta llegar a un momento en el que se expulsa a las minorías en unos decretos muy conocidos”.

Un periodo en el que se obliga a todas las minorías a la conversión, en el contexto de “una Al-Andalus o una Castilla que tienen unas relaciones muy fluidas hasta este momento”, señala Pascua.

Estamos ante el nacimiento de lo que podría llamarse la España que hoy conocemos, con la suma de dos grandes reinos, como eran el castellano y el aragonés, que, tras arrebatar Granada, el último bastión de la Al Andalus islámica, actuó “en cierta manera heterófoba, o sea, fobia a la diferencia, de modo que no pudo tolerar que hubiera gente distinta viviendo en el mismo territorio” como fue el caso de los judíos y, posteriormente, de los moriscos.

“Es más”, añade Pascua, esa España primigenia “acabó pensando que para poder tener un reino sobre un territorio necesitaba tener poblaciones homogéneas y, si no, eso no podía ser”. A su juicio, aquello fue “una estrategia política, un modelo político”.

De ello habló la decana de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades en la ciudad autónoma de Melilla, en el marco de ‘La casa de la palabra VIII’, conversación entre Mohamed Hammú y la profesora de la UDIMA sobre ‘Palabras de consenso y disenso. Multiculturalidad en la Castilla del siglo XV’ que se celebró en la sede de la UNED en Melilla.

Entrevistada con anterioridad en Televisión Melilla, la historiadora de la UDIMA señaló que “ver como algo muy conflictivo (en un mismo territorio) que haya distintas religiones o costumbres es una evolución histórica, pero no tiene que ser así”. En este punto, agregó, “realmente estamos viendo cómo la historia se repite (…), como, al final, siempre caemos en los mismos problemas y en los mismos conflictos”.

En este sentido, ¿qué se puede aprender de la historia para, como refiere el tópico, no tropezar en la misma piedra? “Muchas cosas”, responde la doctora Pascua, “porque lo que sí vemos son factores que se parecen, contextos que se parecen, condicionantes que, cuando se desencadenaron, volvieron a pasar, aunque con otra salida”.

“Diría que la historia no se repite” necesariamente, “pero sí podemos aprender mucho de esas cosas en las que volvemos a caer una y otra vez”, concluye.

 

 

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