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CEF.- UDIMA celebra 50 años de relaciones entre España y China, "el país del siglo XXI"
Vie, 01/12/2023
Despertar más interés por la cultura, la historia y la filosofía de China. Ese ha sido a grandes rasgos el objetivo de la conferencia que organizaba este viernes el Grupo Educativo CEF.- UDIMA para celebrar el 50 aniversario de relaciones diplomáticas entre España y China. Una tarea nada menor rematada con otra idea de fondo: Paz, amistad y seguridad en los vértices de la nueva ruta de la seda. Una cita de hermanamiento entre ambas culturas que invitó, entre otras cosas, a superar dogmatismos y hermetismos del histórico relato occidental, para abrirnos al país que protagonizará el siglo XXI.
Por Alberto Orellana
Además de conmemorar los "lazos históricos" que unen a estos dos países, la jornada orquestada conjuntamente por la Universidad UDIMA (a través de su Instituto de Idiomas y su Cátedra de la Nueva Ruta de la Seda) y CLEC Spain (la delegación española del Centro de Enseñanza y Colaboración Internacional de la Lengua China, por sus siglas en inglés) contó con la presencia de su directora, Zhang Li, y la del presidente del Grupo CEF.- UDIMA, Arturo de las Heras. Este subrayó la oportunidad de "aprender más los unos de los otros" con este tipo de actos, además de afirmar que "el interés en China se va a recuperar", al igual que hay cada vez "más colegios con este idioma como segunda lengua".
El invitado "de lujo" como el propio De las Heras reconoció, fue el presidente emérito del think tank Cátedra China, Marcelo Muñoz. Este "decano de los empresarios españoles en China", como lo describiría más tarde Felipe Debasa (doctor en historia y director de la Cátedra CEF.- UDIMA Nueva Ruta de la Seda de la UDIMA), demostró por qué es una de las personas que más conoce las relaciones España-China. Su magistral intervención expuso argumentos históricos, económicos, políticos y filosóficos para sostener (como titula su último libro) que "China ha vuelto para quedarse".
¿Una imagen real?
Desde su primera incursión de 1977 en aquel paupérrimo país oriental hasta llegar a la superpotencia que hoy es, Muñoz esbozó lúcidamente cómo China ha materializado una transformación "como no ha habido otra en la historia". Y lo peor es que desde Europa no hemos querido verlo, según se desprende de su lección. Desde entonces el experto ha visto cómo los españoles, empezando por sus dirigentes políticos y mediáticos, jamás han querido comprar una imagen "real" de China. Y eso intenta enmendar.
Con la marca del comunismo como argumento de exclusión, occidente no ha aceptado que China haya pasado de ser la potencia 120ª del mundo a ser el único país que ha "eliminado la pobreza extrema", planteaba Muñoz. A partir de ahí, enhebró con didáctica prosa cómo ha ido creciendo su clase media (unos 650 millones de ciudadanos, el 90% con "cobertura médica básica"); cómo inauguran universidades "cada semana", y pasaron de prácticamente no tener carreteras a disponer de casi ocho millones de vías.
¿Cómo se logra este crecimiento lineal; esta transformación sin parangón? Simple -que no sencillo-: con una política radicalmente distinta. Y es que, pese a lo que se tacha de comunismo tenebroso, Muñoz defiende que China es un régimen socialista específico. Es decir, organizan a los ciudadanos planteando objetivos y poniendo medios para lograrlos, y en su experiencia Muñoz ha visto como "prácticamente todos se han cumplido". La base del imperio chino y su progreso hasta la actualidad ha sido la filosofía confuciana, que no se basa en la condición humana, sino que se plantea como "filosofía política: cómo organizar a la sociedad para bien de todos".
'El sueño chino'
Además de una economía nacionalista (hacia la privatización, con "resortes" centrales del gobierno para controlarla) esta filosofía incluye valores éticos como "trabajar para las próximas generaciones, no para las próximas elecciones", defendió Muñoz. Así lo demuestra el requerimiento desde tiempos del emperador Han (200 AC.) de que los políticos superasen exámenes rigurosos para ejercer el cargo, y que hoy mantienen con profesionales que estudian política cada año. "Que nuestros políticos roben me parece mal, pero mucho peor que no estudien. Se atreven a decir que el cambio climático no existe", criticó el presidente emérito del think tank.
También atestiguan esa filosofía a largo plazo otros hitos como la Gran Muralla China (construida por tres generaciones), el Gran Canal del siglo XVIII (entonces el canal artificial más largo del mundo, en plena reconstrucción), o, más recientemente, el plan pionero de canales para resolver su problema del agua (toda concentrada en el sur). O el de contener los efectos desierto de Gobi con otra muralla ('verde') de unos 66 millones de árboles científicamente seleccionados para su fin protector. "Buscan llegar 100 millones en 2060".
Sin olvidar la descarbonización planeada para 2060. China será el país más contaminador, proseguía Muñoz, pero la contaminación por habitante es "10 veces menor que EE.UU.", el siguiente más contaminante. Entre sus objetivos está funcionar con fuentes limpias de carbón, petróleo, gas... Lideran hasta en geotermia, insistía Muñoz. Entre esos objetivos está la Nueva Ruta de la Seda, que desde 2013 ha construido "corredores terrestres y marítimos" por valor de un billón de dólares (gasto compartido con los países beneficiados), y que, como iniciativa conjunta, buscan que sea duradera, a muy largo plazo: la primera etapa acaba en 2049, la segunda hacia 2100.
El confucianismo incluye el llamado 'sueño chino', que frente a la individualidad del 'americano', busca el éxito colectivo. Para ello respetar las jerarquías (como se vio con los cierres en el Covid) o apostar por el diálogo y la no confrontación en los acuerdos, son sus líneas maestras. Buscan el "rejuvenecimiento" de la sociedad china", remataba Muñoz, quien insistía a los presentes (en especial a los más jóvenes) que ni habrá guerra con EE.UU. pese a sus intentos de "contener" al país asiático. Y que este siglo "es el siglo de China".
Una 'ruta vertebral'
Recogió el testigo Felipe Debasa, director de la Cátedra CEF.-UDIMA de la Nueva Ruta de la Seda para remarcar lo que defendía Muñoz: "China está volviendo a ser el centro del mundo. Hay cada vez más receptividad con lo que ocurre en China", porque si se hunde o prospera, así lo hará el mundo, afirmó. Y la prueba puede estar en una parte que ha sido históricamente nuestra, aunque quizás lo hayamos olvidado, o porque quizás no esté escrito así en el discurso mayoritario en occidente. Como desgranó Debasa, la importancia del relato y la ruta de la seda han marcado ese enconamiento occidental con la potencia oriental (y no sólo con ella).
Y es que esta red de caminos, pues no era sólo uno, fue lo que vertebró las primeras civilizaciones que nacieron al albur de la agricultura (Tigris y Éufrates -occidente-, el río Indo -India-y el río Amarillo, el origen de China). "La ruta de la seda es importantísima para vertebrar las relaciones del pasado, presente y futuro" en el mundo, explicaba el historiador. Así caminamos hacia la segunda globalización (Tratado de Tordesillas) y ahora hacia la tercera, donde este tipo de foros son fundamentales, añadió Debasa.
En ellos los académicos y estudiosos de China reivindican colaboración para construir "este relato de relaciones de futuro unido entre España y China" con documentos, publicaciones y quién sabe si series, aventuraba el doctor. Es importante porque nuestro relato nos ha hecho vivir "en un mundo de pobres" donde se asume que un día no habrá grano para todos, y conviene estar en lo más alto de la cadena trófica. "Mientras los chinos implementan políticas de crecimiento sostenible, ecológico... El mundo está creciendo exponencialmente, y algunos europeos no se dan cuenta", aseveraba.
Mientras Europa se aferra al eurocentrismo y se debate en un maremágnum jurídico que prohíbe aspectos como la reputación digital, en China son cosas que se ven como algo normal. Porque están respaldadas por "el confucianismo, budismo o taoísmo". Occidente ha reseteado sus creencias adoptando la visión anglosajona de dividir para vencer, imponiendo ideologías para dividir y fragmentar (cultura woke, ideología de género...). Mientras, crece la pobreza extrema y el consumo de fentanilo...
Debasa terminó aludiendo a lo que no debemos perdernos de vista: "las algocracias, los gobiernos digitales", y no demonizar tanto a TikTok, pues puede usarse para perder el tiempo o para formarnos y aprender; el algoritmo sólo refuerza lo que vemos. Y debemos ver más allá, porque el problema del relato anglosajón imperante es que "estamos perdiendo la capacidad de tener análisis, juicio crítico y debate", reflexionó Debasa. "¿Por qué? Porque hemos comprado un relato único; cuya consideración es que las personas pierden la capacidad lectora. Hay estadísticas que dicen que la comprensión lectora media en Gran Bretaña es de un niño de 11 años."
¿Cómo aprende idiomas la generación del siglo XXI?
Para contrarrestar ese tipo de malos efectos, y mirar más allá de la mano de las nuevas tecnologías, la directora del Instituto de Idiomas de la UDIMA, Aurora Centellas, cerró la jornada demostrando que ni TikTok es el demonio ni la inteligencia artificial acabará con los profesores de chino o español, o cualquier idioma. Pero para ello deben seguir pensando, como la filosofía confuciana, en las próximas generaciones, empezando por acercarse (también para enseñar) a los estudiantes de hoy: los nativos digitales.
Al final la tecnología "es una actitud", apuntaba Centellas, donde lo importante es usarla para ese beneficio colectivo, que aquí se traslada al aprendizaje tanto de alumnos como profesores. Ya sea desde el aprendizaje formal (académico), el no formal (instituciones educativas no oficiales) o el informal (el que se va adquiriendo con amigos, familia...), el aprendizaje es un hecho social que transforma la experiencia en conocimiento. Quizás por ello es la informal la que "prima" ahora, al considerarse "experiencial", decía.
Y ejemplos como su iniciativa de usar Telegram en el Curso de Español de la UDIMA, las nuevas tecnologías brindan una buena oportunidad para aprovechar un nuevo contexto en el que los discentes de idiomas puedan interactuar sobre problemas y escenas cotidianas o profesionales y aprender con ello. Además, plantear actividades en estos escenarios es la única forma de "tener presencialidad en la vida virtual del estudiante" nativo digital "si queremos llegar a ellos".
Favorecer este "aprendizaje ubicuo" implica, como decía Centellas, formar. Desaprender para aprender para lograr espacios de acción informales con las nuevas aplicaciones digitales. Y para ello toca aprender, los docentes a usarlas, y los discentes y aplicar sus conocimientos sobre el habitual uso que hacen de ellas. Es decir, educar competencialmente y evaluar que la tecnología influye positivamente en su aprendizaje. Y en eso, el móvil ha roto las "barreras" para enseñar y aprender.
Eso sí, remataba Debasa: "De nada sirve usar la tecnología para hablar otro idioma si no se usa para conocer antes la cultura de esa lengua". Y apostillaba Muñoz: "Hay que seguir estudiando, profesores de chino. Tenéis que conocer muy bien vuestra historia porque sois el puente entre ambas culturas".