¿Qué elementos psicológicos y emocionales intervienen en la agresión? ¿Qué herramientas puede usar la criminología aprovechando el big data o la inteligencia artificial? ¿Cómo marcan el espacio aéreo y las fronteras (espaciales y ciberespaciales) el crimen en esta era? Todo ello pudo verse en las IV Jornadas de Criminología CEF.- UDIMA: preguntas complejas sobre la seguridad, el crimen y las nuevas tecnologías, con especialistas en cada área para responderlas.
Redacción CEF.- UDIMA
La cuarta edición de estas jornadas sirve a múltiples propósitos y mantiene la misma intención año tras año: "Transmitir la filosofía de la universidad, que haya debate", señalaba el rector Eugenio Lanzadera, pues en este congreso "aprendemos de todos los que participáis". Con esta iniciativa, Lanzadera deseó especialmente que los alumnos del Grupo Educativo "mantengan ese compromiso con la criminología".
Para ello, a través de cinco bloques o mesas la cita buscó una vez más cumplir con su doble objetivo: que los alumnos vean que sus profesores del Grado en Criminología están "al más alto nivel de actualización en su materia", y para que sirva como "preludio" de lo que verán en las asignaturas, decía Abel González, director de las jornadas y del Departamento de Criminología de la universidad.
Ese preludio comenzó de la mano del profesor Rodolfo Gordillo, uno de los veteranos del grado, docente de Psicopatología, psicología legal y forense, que presentó su investigación para anticiparse a la agresión en distintos escenarios. Como dijo, la psicología ha puesto más énfasis en "la intención y el daño", pero cuestionarios actuales no aclaran si es un constructo social o una simple conducta humana.
Por ello, propuso un modelo basado en el arousal, que analiza cuántas emociones básicas "excitan" el sistema nervioso y cómo se conectan con la violencia, los delitos y, sobre todo, "el placer" de ejercerla. Su objetivo: un "modelo universal" que permita anticiparse a los diferentes tipos de agresión.
Desde la medicina legal, la doctora Julia María Fernández explicó el papel de los médicos forenses como asesores judiciales. "Interpretamos los hechos para valorar la posible influencia de un trastorno mental", aclaró, aportando al juez una prueba "fundamentada y objetiva" sobre la "dimensión humana" del crimen.
Lejos de limitarse al acusado, también trabajan con víctimas, valorando secuelas y contextos que ayudan a entender al delincuente, y en casos civiles como internamientos o tutelas, donde el juez actúa como "protector" del enfermo mental.
El criminólogo Néstor García presentó otra de las herramientas novedosas del día, aplicada al apoyo policial en casos de desapariciones. García defiende que la criminología ya ha generado "mucho conocimiento teórico" y ahora toca "empezar a utilizarlo" para responder mejor a los fenómenos criminales, huyendo de sesgos y trabajando "en base a la evidencia".
Con modelos de machine learning y tras analizar más de 1.000 casos, entrelazaron variables psicosociales, geográficas y sociales para prever los posibles desenlaces de un caso (reaparición, con lesiones, asesinado o suicidado). "Con herramientas como esta se pueden priorizar recursos, tiempo y líneas de investigación y mejorar su gestión", señalaba García.
El director del Máster en Análisis e Investigación Criminal, Jorge Santos, mostró un proyecto con la Guardia Civil para anticipar los homicidios más difíciles de resolver, definidos por dos variables: la víctima (varón, con antecedentes, adicciones, sin relación previa) y el hecho (varios autores, sin testigos, vinculado a actividades criminales y ocultación del cuerpo).
No obstante, en España estos casos son escasos, por lo que Santos subrayó que la iniciativa es "prácticamente para empezar a investigar". "Necesitamos un porcentaje suficiente de casos complejos para que la herramienta funcione" y permita actuar de manera preventiva o temprana.
La inteligencia artificial se ha convertido en una nueva frontera del crimen. "Un arma de destrucción masiva y un escudo inteligente", como la definió Juan Luis Rubio, profesor del Grado en Criminología y experto en IA. El riesgo no es la tecnología, advirtió, sino "el mal uso que hacemos de ella". En un mundo de deepfakes hiperrealistas y ataques a datos sanitarios, el punto débil sigue siendo el factor humano, agravado por una legislación que avanza más despacio que los delincuentes.
Rubio reclamó formación y cultura de ciberseguridad, especialmente en pymes, junto a la fórmula security by design. "La carrera no es contra la IA, sino entre humanos que la usan bien y aquellos que la usan con un fin reprobable. ¿De qué lado estaremos?".
Desde la ciberinteligencia, el profesor Pablo Luis Gómez explicó el concepto de pensamiento arborescente para moverse en un mundo de "tecnodependientes". Frente a los modelos que predicen nuestro comportamiento, defendió usar los Grandes Modelos de Lenguaje (LLM) para generar "líneas de pensamiento paralelas" y "profesionalizar" nuestra toma de decisiones, personales y laborales.
"Lo que antes era una respuesta ahora se puede coger como un sistema de conocimiento global", afirmó. Con este método, aseguró, se logra "un 70% más de potencia que con los prompts normales-lineales". Y dejó un consejo final: "Nunca uséis un solo asistente".
El doctor en Historia Marcelino Sempere repasó cómo la aeronáutica ha sido escenario, agente y víctima del terrorismo y el crimen organizado. Desde los primeros usos criminales de aviones civiles hasta el 11-S, pasando por piratería aérea, tráfico de drogas, secuestros o drones.
"Hay que tener un control exhaustivo del espacio y las rutas aéreas", defendió el profesor (Máster en Seguridad, Defensa y Geoestrategia), extendiendo la alerta también al espacio: los satélites son vulnerables a ataques o hackeos que podrían llevarnos "económicamente hasta los años 50", alertó. Por ello reclama cooperación internacional ante estos retos aeroespaciales.
En paralelo, Fernando Ibáñez (del Grado en Criminología) explicó la conexión entre terrorismo y crimen en el mar, con el regreso de los secuestros de embarcaciones por parte de piratas en el Golfo de Adén, tras casi ocho años.
Carlos Hugo Fernández-Roca, profesor y exdiputado, aportó la visión global de su libro El colapso del Orden Mundial, sobre la revolución digital, la pugna por la IA entre EE.UU. y China y la nueva "Guerra Fría 2.0", que él resume así: "Vamos hacia un mundo multipolar".
El director de las jornadas, Abel González, llevó esa mirada al ciberespacio: un nuevo territorio geopolítico dominado por Estados y grandes empresas, "los imperios tecnológicos (otros ‘Estados’, con presupuestos y poder equiparables). "Hay varias empresas que van a tener poder nuclear. ¿En qué cabeza cabe que una empresa compre reactores?". Con infraestructuras "críticas", advirtió de que el ciberespacio requiere modelos combinados de respuesta internacional.