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Julián Quirós, director de ABC: "El poder respeta menos a la prensa y puede ignorarla más"
Tue, 21/03/2023
Convencido de que su puesto es más un mero "accidente" que la esencia de su trabajo, el director del diario ABC pasó un rato con el periodista Graciano Palomo en su espacio audiovisual 'Territorio Líder'. Defensor de la curiosidad y la honestidad periodística, Julián Quirós (Badajoz, 1969) puso en valor el periodismo de provincia (del que viene) y analizó en el campus de la UDIMA temas clave como la libertad de prensa o el diagnóstico actual de la democracia española e iberoamericana.
Por Alberto Orellana
Preguntado por qué si hizo periodista, Quirós asegura que exactamente por la misma razón que dio su homólogo estadounidense Dan Rather: "Curiosidad". Echando la vista atrás no duda en considerarse afortunado, y afirma que volvería a elegir este trabajo, que "es sacrificado, pero una fortuna". Especialmente sabiendo que viene de una Extremadura de hace 50 años donde no había las oportunidades de hoy, abunda.
No sabría decir si será de los que lo dejan porque "ya tenían bastante" o morirá con la pluma puesta (o el móvil). Ambas opciones son válidas. Lo que sí tiene claro es qué se le puede exigir al periodista: "que lo sea con todas las consecuencias". Si esto no te motiva, es mejor echarse a un lado, asevera. Por ahora sus motivaciones, los valores que debe tener todo periodista ("curiosidad, honestidad y valentía") siguen corriendo por sus venas, tras los once años como director de Las Provincias y de Hoy, y subdirector de Sur.
Su labor (siempre buscando dar espacio al contenido cultural) ha cambiado mucho en los últimos 15 años, y reconoce que la inmediatez de Internet hace más difícil encajar los momentos de tranquilidad para encontrar "tu ritmo" como antes. No sólo los directores, sino también muchos periodistas, se levantan con la información y no la sueltan hasta que se acuestan. "Es más duro", pero entiende que sólo puede ejercer su papel tomando decisiones "constantemente". A pesar de todo, sabe que hay que aprender a buscar los momentos parar lograr desconectar y así conseguir "limpiar el cerebro" un poco.
La digitalización, que arrebató a los medios de comunicación clásicos "el monopolio de la intermediación", también plantea otros retos. Por ejemplo, Palomo se pregunta si servirán de hemeroteca para los historiadores dentro de 100 años. ¿Acudirán a la prensa escrita o a los medios audiovisuales? Una incógnita que, para Quirós, sí plantea una "ardua" tarea: almacenar la ingente cantidad de datos en la nube, y saber "desligar" la información pertinente de la que no lo es. ¿Habrá desaparecido la prensa para entonces?
Periodista 'incómodo'
Centrándonos más en el presente, Quirós cree que es vergonzoso plantearse siquiera que un periodista trate de ser 'incómodo' para el poder. "Deberíamos tener esa misión". El antiguo papel de intermediador (atestiguar lo sucedido), ha cambiado por el de 'acreedor': corroborar lo que se ha dicho o hecho. Los agentes del poder fáctico (no sólo político), tienen ahora una capacidad de acceso directo a las audiencias. Esto obliga al periodista a esa predisposición a la incomodidad, a poner el necesario 'pero' incluso si coincide.
Como fuerte defensor del periodismo de provincias, el director del ABC recuerda bien que, más allá de La Moncloa, el mérito del periodista es lograr ejercer esa incomodidad crítica con los concejales. "Cuando el director un medio de Valencia, de Valladolid, de Sevilla, de Málaga, o un redactor hace una información crítica del concejal de limpieza, pásmate que por la mañana abre la puerta de su casa y es el vecino". "No os podéis imaginar la cantidad de gente que llama para decir ‘pero oye, ¿cómo haces esto?’", relata.
"La presión es mucho más cercana y difícil de llevar", dice, por lo que es en esos momentos donde hacer una pregunta inesperada y no "achantarse" dignifica al periodista de provincia tanto como al de la capital. Quizás eso se esté perdiendo, en parte por esa capacidad del poder (potenciada con las redes sociales) de comunicar, de sugerir, de "sugestionar".
Sin olvidar la siempre temible autocensura, Quirós advierte que la libertad de prensa (uno de esos "principios sacrosantos" en las democracias occidentales hasta la llegada del Watergate) ha "disminuido claramente" en la última década. La prensa ha cometido "errores" como la "soberbia", señala, pero las tensiones de los últimos años (polarización, populismo, pandemia...) han dejado su credibilidad en horas bajas: "En España el poder responde menos a la prensa que antes. La respeta menos y puede ignorarla más".
En busca de España
"Y además no pasa nada", añade. Antes los políticos tenían que respetar más y mentir menos; y si lo hacían "tenían que irse. ¡Fíjense qué cosa!", abunda sarcástico. La libertad de información se ha recrudecido, en buena parte por la deriva de algunas facciones políticas que parecen no aceptar el papel crítico de la prensa, uno de los valores democráticos fundamentales. En opinión del extremeño, formaciones como Vox y Podemos han intentado convertir a la prensa en un "agente político", en su "adversario".
Un "trampa absoluta" para atacar la vigilancia periodística, y que para él no es más que una "bárbara agresión" a esa libertad informativa, como hicieron Trump y otros líderes sudamericanos. Quirós es consciente de que la hipocresía ha existido siempre, a un lado y otro del poder, y asume que los periodistas también han contribuido a la actual "segmentación ideológica". Pero observa un deterioro del Estado y la unidad de España.
Y esta procede mayormente de una "cierta izquierda moderada" que no termina de tener esa visión "dinámica" del país. No basta con enarbolar el progresismo y reformar, sino que debe tenerse en cuenta también qué conservar (incluso cuando eso deba actualizarse). Es decir, una parte importante de la crisis de "reconocimiento" que tiene España ahora mismo es, para Quirós, el resultado de dos cosas.
Por un lado, cierto "inmovilismo" de algunas derechas conservadoras, que han podido mostrar una mirada "excluyente". Pero también cuenta la "asignatura pendiente" de esa izquierda que desde hace más de 80 años "se ha entendido mejor con las fuerzas revolucionarias antisistema y con las minorías independentistas periféricas, que con la otra mitad del país". Así "es muy difícil tener una identidad nacional absolutamente cohesionada", argumenta.
Esa izquierda, tradicionalmente "internacionalista" (la de Felipe González, dice) a la hora de llegar o mantenerse en el poder, pasó a apoyarse en las minorías "periféricas". Ya sean radicalistas o soberanistas, son sectores que "no juegan al concepto de unidad nacional". Una prueba más del "desarmaje" institucional (en el legislativo, en los órganos judiciales) que atraviesa España. "Si Pedro Sánchez vuelve a ganar las elecciones (...) todo va a ser muy preocupante y grave", adjudica Quirós.
No obstante, no pierde la esperanza, y confía lo suficiente en la democracia española y el "armazón europeo" como para que la sociedad civil y las empresas no dejen caer el sistema sin que nadie presente "la más mínima respuesta". Igual que en Sudamérica, donde espera que las trampas ideológicas de quienes niegan ahora la propia conformación del continente, puedan devolver a sus ciudadanos la merma de "derechos fundamentales" que sufre.