La carrera espacial del siglo XXI requiere un marco legal actualizado e impulsado por los Estados

Fri, 05/11/2021

Cuando en 1957 el Sputnik I emergió de la Tierra más allá de nuestra atmósfera no sólo comenzó la exploración del espacio exterior. También se puso en marcha una inevitable acción para regular cómo aprovechar las posibilidades que nos ofrecía la inmensidad sin perjudicar a nadie. Durante años, las primeras normativas de la ONU cubrieron la carrera espacial del siglo XX. Pero los avances del nuevo milenio las han dejado algo obsoletas.

Por Alberto Orellana

Regular las implicaciones de la llegada a la Luna o de poner en órbita un satélite ya no son los cuestiones de actualidad. Ahora tenemos unos 8.000 satélites orbitando la Tierra, y se plantean programas de convivencia y estudio de nuestro satélite e incluso de Marte. Por ello, la doctora en Derecho Esther L. Barrero ha repasado las lagunas legales que deben atender los Estados, si no quieren que esto se convierta en una "odisea en el espacio".

La profesora de Derecho Internacional de la UDIMA, se ha sumado así al programa de la XXI Semana de la Ciencia de la UDIMA, que se celebra hasta el día 12 de noviembre. En su exposición la doctora ha insistido en que, pese a que el marco legal iniciado por la ONU entre los años 60 y 70 del s. XX es novedoso, "no es suficiente". Y que se puede aprender del enfoque utilizado tanto en el espacio aéreo como en el marítimo para actualizarlo.

Corpus Iuris Spatialis

Lo primero para ello es saber de dónde venimos en materia regulatoria espacial. Después de los primeros éxitos a finales de los 50, la ONU estableció el COPUOS (Comité para la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos por sus siglas en inglés). A partir de este comité se terminaron desarrollando cinco tratados sobre las actividades "previstas" hasta finales del siglo pasado en materia espacial. Pero se dejaron algo importante.

El último tratado, el Tratado de la Luna (1984) "quizás echó para atrás" a los Estados firmantes, pues intentaba definir el espacio exterior como Patrimonio Común de la Humanidad (PCH en adelante). Es decir, determinar que el uso y exploración del espacio ultraterrestre se haría "en beneficio de todos, no solo de quienes tienen los medios para llegar, y para todas las generaciones", comentaba Barrero. "No se aterrizó bien el concepto".

Si a ello añadimos los avances de los últimos años, el Corpus Iuris Spatialis de esos cinco tratados internacionales empieza a tener "agujeros negros". No está claro, por ejemplo, el límite entre el espacio aéreo y el extraterrestre. O las diferencias entre los astronautas clásicos y los turistas espaciales. O, más importante aún, quién es dueño de las exploraciones más allá del globo, así como de la basura que allí flota. Lo más preocupante, según ha explicado Barrero, es que además son las empresas privadas quienes actúan.

Mineros y turistas

Este mismo año se siguen produciendo hitos espaciales que aumentan la necesidad de actualizar cuanto acontece: el 'amartizaje' del Perseverance y el Tianwen 1 (enero-abril); la carrera por el turismo espacial y la recopilación de datos espaciales de Lucy (mayo-agosto); o el primer rodaje cinematográfico del espacio, en el propio espacio (septiembre). Sin olvidarnos de que tenemos, de los ocho mil, casi 3.000 satélites sin uso orbitando.

Regular la minería espacial es una de las lagunas que más preocupa a la doctora. En su opinión, apenas se trata esto en los medios, y sin embargo es donde más "profundidad" legal puede haber. No en vano, la explotación de los asteroides y los recursos que se extraigan del espacio (como los "minerales de tierras raras"), sólo atañen a los Estados. De hecho, sólo a los Estados que firmaron el Tratado de la Luna, "pero no a las empresas".

Y, aunque los objetos que se lanzan al espacio sí están controlados, "no está tan claro" que los propios Estados traten como patrimonio lo que encuentran en los asteroides. "El patrimonio hay que respetarlo siempre, no a ratos", ha criticado. Normas como la de EE.UU. en 2015 (Space Act) y la de Luxemburgo (2016), "van en contra"; ofrecen derecho de explotación a las empresas americanas o vinculadas económicamente con el país europeo.

También habrá que implicar a los Estados para redefinir el concepto de astronauta, porque inicialmente se planteaban como "representantes de la humanidad" ahí fuera. Pero un millonario que se gasta una fortuna para dar una vuelta por órbita terrestre... ¿representa a la humanidad?, planteaba la profesora de la UDIMA.

Basura espacial

Por último, pero no menos importante, Barrero ha hecho referencia a esos cerca de 3.000 satélites que ensucian nuestras primera capas del espacio exterior. Esta basura puede chocar y provocar precipitaciones atmosféricas no deseadas. Además, no podemos tener un vertedero ahí fuera si queremos empezar a surcar nuestra Tierra desde fuera.

Según la docente, desarrollar baterías extra para que los objetos regresen a tierra a su fin, o usar imanes o barrenderos espaciales, son opciones a tener en cuenta para eliminar esta basura. "La ESA (Agencia Europea Espacial) tiene un programa para eliminar basura hasta el 2025, por el bien de la exploración del espacio y del medio ambiente ultraterrestre".

"Es cierto que este Corpus ante esta nueva aparición de entes privados se queda corto, y los Estados deben actualizarlo. Pero no nos sorprendamos si hay poco interés, pues la evolución ha sido hasta ahora bastante lenta, sobre todo en cuanto a normativa internacional. Hay una regulación que podría llegar a esa odisea si la dejamos en manos de las empresas privadas. Deberán ser los Estados quienes lleven el protagonismo en el desarrollo de normativa espacial internacional, para que lo disfrutemos todos".

Galería de imágenes