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La formación, la "mejor arma" para crear estudiantes comprometidos con un mundo sostenible
Mié, 29/11/2023
'¿Cómo voy a ayudar a otras personas a solucionar sus problemas más básicos de vida sin recursos económicos?'. "Eso deberíais preguntaros", comentaba la profesora Manuela Cañizares, "pues tenéis más recursos y fuerza de lo que imagináis" para impulsar proyectos de sostenibilidad que mejoren la vida de otros. Este es en esencia el mensaje que emana del Seminario para la Ciudadanía Global: las personas en el centro de la economía global, celebrado este miércoles en la sede central del Grupo CEF.- UDIMA. Un ejemplo de cómo implicar a los estudiantes universitarios en proyectos sostenibles desde las propias aulas.
Por Alberto Orellana
La profesora de la UDIMA, acompañada virtualmente por la decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, María Luisa Campanario, y por Miguel Martín Blanco (técnico de educación para el desarrollo en la Fundación FABRE), orquestó la sesión para sensibilizar a los estudiantes universitarios y la juventud madrileña en general para que se comprometan con iniciativas de impacto sostenible en nuestra sociedad.
Y lo hizo poniendo como ejemplo su propio campo de acción: sus clases de contabilidad. Como directora del Máster en Auditoría de Cuentas y del Máster en Dirección y Gestión Contable, puso de manifiesto cómo adaptar casos prácticos al programa docente para que los alumnos, a través de actividades de aprendizaje, puedan tomar contacto con proyectos reales de sostenibilidad.
La intención es, ante todo, "promover los valores europeos y contenidos asociados a la Agenda 2030 entre la comunidad universitaria y escolar madrileña, a través de un programa de educación financiera innovadora que promueva un crecimiento sostenible y que favorezca la creación de una alianza por la ciudadanía global en el municipio de Madrid".
¿Un sistema racional?
El telón de fondo, la base de esta iniciativa educativa, es el respaldo necesario al desarrollo sostenible que demandan los ODS y el proyecto europeo. El concepto clave, claro está, es 'sostenible': es decir, "lo contrario de 'pan para hoy, hambre para mañana'", decía Martín Blanco. Se trata de que la sociedad actual tenga alimento para hoy y las mejores condiciones de vida posibles para las generaciones de mañana, explicó. Es lo que atacan los ODS y la Agenda 2030, que tienen tres grandes dimensiones: social y cultural, medioambiental (la que solemos relacionar con sostenibilidad) y la económica.
Pues bien, si uno de esos pilares es la economía, prosiguió, debemos preguntarnos cómo organizar nuestros recursos para "no comprometerlos" de cara a las próximas generaciones. Así de simple, y de complejo. Y eso, desde la universidad, implica preguntarse por qué es importante que haya personas involucradas en proyectos sostenibles, que combaten las desigualdades actuales y futuras, aquí y en otros puntos del globo. Porque los retos que plantea la sostenibilidad son globales.
Hay muchos ejemplos, señalaba el de la Fundación FABRE, pero detalló por encima cuestiones como el cambio climático y su principal responsable, las emisiones de CO2 (dióxido de carbono). La ONU estima que desde 1990 hemos emitido un 50% más que entonces, sobre todo por el desarrollo industrial y nuestro estilo de vida, producción y consumo. Debemos preguntarnos cómo desarrollar un sistema industrial que emita menos, e implementar modelos económicos como la economía circular.
También cuestiones como la producción y distribución de la ropa o los alimentos nos han llevado a disponer de manera abundante, pero a costa de generar pobreza y basura. "Debemos preguntarnos hasta qué punto es sostenible y racional" que para tener alimentos de cualquier parte del mundo, sean sus propios productores "los primeros que sufren hambre" al tener que malvenderlos al exterior, reflexionaba. Por no mencionar el impacto negativo de emisiones por el traslado de esos productos hasta nosotros.
Y de la misma forma ocurre con otro de los grandes problemas actuales: la crisis de los refugiados. ACNUR apunta que hay unos 100 millones de personas obligadas a desplazarse por conflictos y carestía de condiciones mínimas de vida en sus países de origen. "Si la situación medioambiental no mejora habrá 1.000 millones de desplazados para 2050", recalcaba Martín Blanco.
Educación financiera para la justicia social
"Necesitamos que los principales actores de la economía hagan inversiones responsables", defendía. Inversiones que caminen hacia un respeto de los derechos de las personas. "Podríamos llamarlas finanzas sostenibles: no solo mejoro yo, sino también la comunidad a la que pertenezco a nivel social, económico y medioambiental". Un gesto que ya la propia deriva de las políticas de cooperación marcó cuando dejaron de verse como una "limosna" para la pobreza y tomaron cariz de "justicia social", abundaba. "No se trata de hacerlo porque nos den pena, sino por dignidad humana".
Este cambio de visión es fundamental pues "implica una transformación personal"; cambiar ciertas formas de nuestro estilo de vida para (gestión energética, consumo, distribución...) porque sin ese cambio "no cambiaremos las desigualdades". Y en ese cambio "la educación los procesos educativos "son fundamentales", agregaba Martín Blanco.
El papel de la educación financiera, como demostraría después Cañizares, es clave para introducir ese cambio en la "jerarquía de valores" europeos: el enfoque de no sólo ganar más dinero, sino hacerlo con proyectos que también generan bienestar a mi alrededor. "Es fundamental para quienes os estáis formando", señaló Martín Blanco qué valor damos, por ejemplo, a la comida, que hoy en día se vende antes como un producto de mercado que como un elemento necesario para nutrirnos.
"Todo parece traducirse en números, la cuestión es que detrás de ellos hay personas. En el plano de la educación financiera, es necesario introducir ese factor humano", argumentaba. La sostenibilidad requiere analizar las cifras de una inversión no sólo en términos de beneficio económico, sino evaluando "cómo está mejorando o empeorando la vida de las personas".
Las personas en el centro
"Las personas en el centro: tejiendo alianza para promover la ciudadanía global y los valores europeos" es el título del proyecto que enmarca la iniciativa presentada por la profesora Cañizares. Aprobado por el Ayuntamiento de Madrid en cooperación con la Fundación FABRE, Empresarios por la Educación EXE, y la Fundación UCM en delegación del Grupo de Investigación READEES, se trata de un proyecto en el que participan cinco universidades (dos de ellas públicas) para acercar la sostenibilidad a los estudiantes. "Para que empiecen a plantearse cómo pueden empezar a colaborar ellos en materia de ODS, sostenibilidad o las finanzas sostenibles", aseveraba la docente de la UDIMA.
Su perfil contable le ha permitido introducir con más facilidad este tipo de iniciativa, pues "se vinculan directamente con la sostenibilidad" para ver su impacto en la tabla de resultados de las empresas. Se trata de que los alumnos vean que pueden colaborar con esos proyectos para mejorar las condiciones de vida de cualquier persona, insistía Cañizares; "siempre el objetivo más importante".
Convencida de que la UDIMA, como toda universidad, debe aprovechar la formación que ofrece como herramienta para sumarse al futuro sostenible, la profesora detalló los dos casos prácticos que se evalúan en su 'actividad de aprendizaje' voluntario (por grupos), tanto en los másteres en auditoría de cuentas y dirección y gestión contable, como el Máster en Dirección Económico Financiera. Eso sí, con una recompensa del 10% de la calificación final de la asignatura para quien complete el análisis de uno de los dos proyectos planteados: “Entre verduras” (surge de problemática agrícola de una aldea africana en Etiopía) y “Miss Lucy” (un caso de microemprendimiento femenino en Perú).
"El carácter voluntario y la necesidad de implicarse hacían valiosa esta actividad para trasladar este proyecto de sensibilización al aula. La gratificación para el estudiante debe estar, todo trabajo debe estar reconocido, valorado", remarcaba Cañizares.
Los estudiantes pueden implicarse de forma directa desde su papel como voluntario, colaborador.... pero también con las herramientas de conocimiento y habilidades que ya posee, desgranaba la docente. que resaltaba cómo, "al final, la formación es la mejor arma para luchar contra este tipo de circunstancias".
"El objetivo es haceros tomar conciencia de lo valiosos que sois en este tipo de iniciativas. Vuestra ayuda no tiene por qué ser económica; de hecho vuestras habilidades y conocimientos, formación, vivencias, son los que os permitirán resolver problemas, como en vuestra vida cotidiana, y por tanto también en cuestiones de sostenibilidad y mejora, en definitiva, de la vida de las personas".